Proviene de la antiquísima cultura siberiana la capacidad profética respecto a la naturaleza.
Esta aptitud es denominada aiewuj por los chorotes de la región chaqueña (hoy Salta, Argentina).
El contacto con la naturaleza es tan directo y milenario que son capaces de tomarle el pulso a la tierra y escuchar sus movimientos internos.
En la primera cultura china se predecían los terremotos, habilidad que luego perdieron los habitantes urbanos.
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